martes, 26 de abril de 2011

Nos leen

Buenas. Aquí estoy, sentado en mi nuevo sofá-cama, en mi buhardilla, delante del ordenador, con el gato molestando, y escribiendo; el gato no, yo. No, no he tenido bastante en mis más de siete horas en la redacción. A algunos nos gusta esto de teclear y arrejuntar letras, que vamos a hacerle.

Además, si hay cosas que decir, habrá que decirlas. Sobre todo porque la gente nos lee. Sí, eso parece. Tenemos Facebook, Twitter, blogs, Flirck, Tumblr, website, Tuenti. Nos gusta que la gente sepa qué hacemos, qué pensamos, qué nos gusta, qué no nos gusta, qué pensamos, qué queremos. Y también saber qué hace la gente, qué piensa, qué le gusta, qué no le gusta, qué piensa y qué carajo quiere. En eso consiste básicamente las redes sociales y el 2.0 ese.

A mí me gusta. Sobre todo me gusta que la gente opine, diga cosas, se exprese. Imaginemos hace apenas unos diez años. Mi opinión sobre, por ejemplo, el Madrid-Barça del miércoles podría conocerla mi padre, mi hermano y mis amigos, compañeros y familiares más cercanos. Punto. Hoy sin embargo puedo hablar de ello, además de con los nombrados, con mis primos de Barcelona, con mis amigos de universidad, los desaparecidos del colegio y el instituto, debatir con los directores y redactores de los grandes medios, cachondearme de Piqué y Shakira, dar las gracias a Cristiano Ronaldo por el gol y decirle a Sergio Ramos que sevillano tenía que ser por destrozar la Copa del Rey. Y todo esto gratis. Y todo esto se puede llevar a casi todas las parcelas: sociedad, religión, política, cultura. Yo que se, a cientos de cosas.

Ni que decir tiene que desde el punto de vista profesional de un periodista ofrece infinidad de posibilidades que la mayoría no aprovechamos ni en un 20%, como el cerebro más o menos. Estos nuevos canales, impensables hace nada, nos ponen en contacto directo con el mundo y al mundo con nosotros. Una oportunidad que no sabemos si nos va a durar mucho, a saber. Así que utilicémoslo adecuadamente y útilmente, para hacernos oír y que nos oyan. Que nos leen.

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